En la última (y puede que de verdad) película de John Carpenter, este clásico en vida tiene que conformarse con un guión apuradito de trama tramposa (que se ve a la legua). Carpenter tiene ganas -la película está rodada con respeto al espectador y entusiasmo- y eso incide más en lo extracinematográfico: no se entiende que no tenga más oportunidades. Mientras hay tipos con suerte que están en mil proyectos, Carpenter (y otros como Lynch o De Palma) languidecen y cada vez lo tienen más difícil para seguir rodando. Muestra de estas dificultades es haber aceptado este encargo donde él es el mayor reclamo (no firma el guión y la financiación parte de un conglomerado de pequeñas productoras independientes). Y es que Carpenter ha tenido películas de encargo a lo largo de su carrera, pero, como ya pasaba en su mediocre episodio para Masters of Horror, "Pro-Vida", parece que los acepta por necesidad no por la calidad del proyecto.
Una chica huye por un bosque semidesnuda tras quemar una granja en medio de un paisaje desolador. Es capturada e ingresada en un psiquiátrico dentro de un pabellón de mujeres algo escaso. El problema no es sólo estar encerrada y soportar los tratamientos algo especiales del doctor jefe, sino que el fantasma de una mujer está acabando con las internas, una a una...
Esta historia discreta de fantasmas no tiene gancho, ni potencial, está hecha mil veces. A pesar de sus escasos 80 minutos, la película decae inevitablemente en su tramo final. Pero, aún así, tiene una dirección elegante, una narrativa firme y un reparto más que correcto, por cierto, lleno de mujeres en los papeles principales. Amber Heard (vista anteriormente en la divertidísima "Drive Angry") está omnipresente en pantalla y se entrega totalmente a su papel, y me ha sorprendido la presencia de Jared Harris como doctor del sanatorio, gran actor que, personalmente, descubrí haciendo de Moriarty en los nuevos Sherlock Holmes de Guy Ritchie. Insisto, el problema es que parte de una premisa trillada cuyo desarrollo funciona rutinariamente.
Desafortunadamente no parece que vaya a repuntar la carrera de Carpenter, y no estará ni mucho menos entre sus clásicos, pero prefiero una discreta película del maestro a supuestas genialidades góticas. Y hay un detalle que espero no sea premonitorio: la última película de su admirado John Ford fue la atípica, dentro de su extensa filmografía, "Siete mujeres", donde todos los roles principales también eran mujeres.
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