viernes, 13 de septiembre de 2013

El caso O’Hara (The People against O’Hara, John Sturges, 1951)



 Limitado relato mezcla de cine negro y película de tribunales, con un arquetípico Spencer Tracy (lo mejor, de lejos, de la película).
En su argumento abundan los lugares comunes: un hombre es detenido, acusado de matar a su jefe por un lingote de oro. Los padres del infortunado no tienen dinero así que acuden a un veterano abogado al que conocen de toda la vida. Éste está intentando superar su alcoholismo alejándose de ese tipo de casos, pero no puede decirles que no a esos sufridos proletarios. Su hija, que se niega a casarse con su novio de toda la vida por estar al lado de su padre, es su mayor apoyo y ve el asunto con preocupación. El abogado cree a su defendido inocente pero no consigue nada frente a un joven y enérgico fiscal, un decidido delincuente y el peso de las pruebas. Así que vuelve a la botella e incluso se compromete más allá de la ética profesional para intentar ganar el juicio...


Su trillado argumento no es ajeno incluso a obras mayores del género, pero no logra en ningún momento implicar al espectador. Hay puntos interesantes que no llegan a desarrollarse del todo pese a su generosa duración (102 minutos es mucho para una película de este género en los 50): la relación con la chica del gángster, su pasado en la guerra (siempre la 2GM planeando), la relación paterno-filial, el carácter multiétnico de los barrios donde se desarrolla la trama, la idea de que el fin justifica los medios, ... Y esto es lo que hace a “El caso O’Hara” un ejemplo menor de cine de género, el poco recorrido de sus propuestas. O elementos chirriantes como la babosa pareja que forman la hija de Tracy y el lacio de su novio.
Así lo más destacable es, de nuevo, el carisma de Tracy, que salva cualquier cosa del naufragio, y el retrato antropológico de la nueva América de posguerra, de una emigración que apenas conoce el idioma y las costumbres del Nuevo Mundo; de una sociedad que arrastra los fantasmas de la guerra y la Gran Depresión. 

 No terminaré sin mencionar que unos años más tarde Tracy y el director, John Sturges, volvieron a coincidir en esa obra maestra llamada "Conspiración de silencio".

PD: Como no es gran cosa, recomiendo verla en versión doblada, pues aumenta la diversión. Los dobladores hispanos se empeñan en poner acentos a los personajes, así que algunos delincuentes hablan como si fueran gallegos o catalanes. Raro, raro.

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