domingo, 15 de septiembre de 2013

La calle sin nombre (The Street with No Name, William Keighley, 1948)



         Película propagandística a mayor gloria del FBI y sus agentes, llegando a interpretarse a sí mismos (muy a la manera de  “FBI contra el imperio del crimen”). Y, como un publirreportaje cualquiera, nos hacen un recorrido turístico por los cuarteles generales de la organización federal. También se nos explica el poético título: cualquier calle de los USA puede ser manchada por el crimen, pero el FBI está siempre patrullando... por la calle sin nombre! Y así se nos pasa media película (de apenas hora y media), hasta que se convierte en un policiaco de verdad, basada en una historia sacada de sus archivos. True fact!

Si te lo encuentras, cambia de acera

Un agente, con cara de buenazo, se infiltra en un grupo de atracadores. El jefe es un tipo escurridizo e inteligente (Richard Widmark), aunque tiene sus momentos de enajenación mental. En especial, y como no puede faltar en todo buen noir de la época, una paliza que propina a su pobre esposa.
Al poco tiempo descubren al agente encubierto ya que tienen en nómina a un capitán de la policía. Así que, en vez de matarlo en el acto, lo citan en una fábrica para implicarlo en un atraco y que su muerte parezca un accidente. Este supuestamente inteligente plan sale fatal, por supuesto.


El argumento y desarrollo es muy rutinario; el bueno es demasiado cándido; y lo mejor se lo lleva un Richard Widmark más malo que la tiña, apretando esa mandíbula de demonio que tenía y mostrando su peor sonrisa. Un personaje muy parecido al que interpretó en "El beso de la muerte" (esa famosa película donde tira a una anciana en silla de ruedas por la escalera).

        En fin, al menos pretende ser rigurosa en cuanto al trabajo policial, mostrando toda la parafernalia: radios, cadena de mando, estudios de balística, archivos policiales,... J. Edgar Hoover se sintió orgulloso, seguro.

       PD: Según la Wikipedia esta película es una consecuencia directa de "La casa de la calle 92" de Henry Hathaway, dirigida unos tres años antes y con una presentación del mismísimo Hoover -sin travestir, suponemos-.

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